Archives de Catégorie: Politique

La première année de Donald Trump à la Maison Blanche : entre actions téméraires et promesses manquées.

Charles de Canecaude, Lycée Rochambeau, Washington DC USA 

Le 8 Novembre 2015, le monde entier assiste à l’ascension fulgurante et étonnante de Donald Trump, devenu 45ème président des États-Unis. Annoncé comme le perdant de ce combat titanesque contre Hillary Clinton, l’ancienne star de la téléréalité et businessman reconnu, Donald Trump a défié tous les pronostics en obtenant les clés de la Maison Blanche. Depuis, le président des États-Unis n’a cessé d’enchaîner des actions et déclarations surprenantes et imprévisibles… en tweetant bien sûr!

 

UN PRÉSIDENT ATYPIQUE

Donald Trump , s’affichant comme l’anti Obama tout au cours de sa campagne, s’est efforcé par la suite et par tous les moyens de renverser bloc par bloc le parcours de 8 ans effectué par l’ancien président. Des promesses telles que la suppression de l’Obamacare et un changement des règles de l’immigration se sont caractérisées par la signature d’un décret d’ordre exécutif pour remplacer le système de sécurité sociale et empêcher la rentrée sur le territoire des citoyens d’une dizaine de pays musulmans. De plus, le président n’a pas hésité à s’éloigner  du politiquement correct pour véhiculer d’une manière abrupte sa vision des choses. Enfin, son évidente hostilité envers la presse fait la une des journaux notamment avec le fameux hashtag : #fakenews souvent associé à CNN. Un chiffre remarquable: 1 seule conférence de presse en un an. Obama à ce stade avait fait 42 conférences de presse et 158 interviews…

 

LE BILAN ÉCONOMIQUE: UNE EXCELLENTE SANTÉ

Un taux de chômage historiquement bas se situant à 4,10% en octobre, la revendication de création d’un million d’emplois, une économie en marche qui fonctionne bien et la bourse du DOW Jones qui a grimpé de 23% depuis son élection… Les choses semblent favorables pour ne pas dire exceptionnelles. Bien qu’on ne puisse pas retirer a Trump le “Bump effect” de son élection, il ne faut pas non plus oublier que cette croissance était déjà en marche durant les six derniers mois de la dernière présidence. En effet, dans la seconde partie de la dernière année d’Obama, 1 million d’emplois ont aussi été créés. Un résultat très positif pour les Etats-Unis en général mais le réel déclencheur de cette croissance économique reste jusqu’ici inconnue.

 

LE BILAN SOCIAL ET POLITIQUE : PROMESSES TENUES?

Aujourd’hui, le taux de popularité du 45ème Président des USA oscille entre 33% et 38%. En d’autres mots, Donald Trump détient le record du président le moins populaire depuis 70 ans.  Obama lui avait plus de 50% lors de son dernier jour et Bill Clinton se situait au-dessus de la barre des 65% en 2001. D’un point de vue politique, Trump est tenu en échec sur de nombreux fronts compte tenu du fait que le Congrès n’a voté aucune loi majeure de ce dernier sauf la réforme des impôts, et de ce fait il n’a pas cessé d’utiliser sa plume pour la signature de décrets d’ordre exécutifs. Seul point positif pour Trump, la Cour Suprême a récemment approuvé l’interdiction d’entrée sur le territoire américain des populations de six pays majoritairement musulmans (Syrie, Iran …). Socialement, Trump provoque un débat alimenté de jour en jour sur ses idées radicales telles que la suppression de l’Obamacare (un service de protection sociale et médicale) mais encore l’abandon du “Temporary Protection Service”, qui permettaient à des citoyens de certains pays d’obtenir une citoyenneté américaine temporaire en cas de guerre ou catastrophe naturelle dans leur pays d’origine. Politiquement aussi, le Président n’y est pas allé de main morte en décidant d’une sortie des USA de l’Accord de Paris ou encore en critiquant des institutions internationales telles que l’ONU ou l’OTAN.

Depuis le jour de son élection, Trump a défié la presse, les experts et le monde. Cette première année a offert plein de surprises. Donald Trump a assuré une continuité de l’image atypique et a continué à mépriser le politiquement correct. Le 45ème président des USA marque l’Histoire par ses actions tournant le dos à la politique diplomatique américaine qui continueront de prendre les spectateurs du monde au dépourvu. Autant dire que chacun peut s’attendre à l’inattendu pour les 3 ans restants.

 

 

El no en el plebiscito, un sí a la guerra?

Alejandro JAULIN CRUZ, Bogotá     

  Mahatma Gandhi dijo una vez “no hay camino para la paz, la paz es el camino”, desafortunadamente este no parece ser el caso en territorio colombiano. 

Desde 1982, Colombia ha tratado de negociar siete acuerdos de paz, y en el transcurso de 34 años hemos fallado seis veces. Un récord que muestra que gran parte del éxito de hoy se debe a que el presidente Santos recogió importantes lecciones de sus antecesores. Sí, era clave saber cuándo sentarse con las Farc, pero más importante, y uno de los grandes méritos de Santos, era reconocer que la construcción de la paz es una obra histórica y no personal, y que por ello se sentó a esa mesa de negociación con la historia de nuestros fallidos procesos en la mano.

 

El 26 de agosto de 2012 el entonces primerizo presidente de la nación Juan Manuel Santos, decidió embarcarse en una aventura que prometia dejarlo en la historia y corazones de todos los colombianos, ya sea como un líder victorioso que trae consigo “las llaves de la paz”tan anheladas por todos los compatriotas.  O por el contrario, como sus antecesores que sucumbieron en ese deseo pero que lastimosamente para el país no pudieron, no por falta de deseo, determinación o trabajo si no que las dos partes negociadoras no eran lo suficientemente maduras para afrontar lo que ese codiciado acuerdo conlleva para la nación.

En efecto, a lo largo de la historia reciente colombiana han habido más de diez procesos de paz con diferentes actores armados, como lo eran el ELN o las Farc, pero ninguno sin ningún éxito. Los mayores errores de esos procesos se podrían resumir en dos principales razones internas. Primero que todo, los sucesivos gobiernos han iniciado los procesos de diálogo con la creencia de que su enemigo era mucho más débil de lo que realmente es, así los diálogos serían una simple negociación de los términos de rendición de las guerrillas, sin que ninguna concesión significativa por parte del gobierno fuera necesaria. Esta actitud es consecuencia de la lógica de guerra y la psicología de las fuerzas armadas, pero está lejos de la realidad. Las FARC en particular operan en todo el país, con bases en muchas áreas rurales . En segundo lugar, los movimientos guerrilleros incluyen en su agenda demandas sociales y económicas de carácter popular, que el gobierno no está preparado o es incapaz de conceder.

 

Después de aproximadamente 1300 días, el presidente recibió en Oslo la condecoración que simboliza su victoria y la de todos los colombianos; el preciado nobel de paz. Efectivamente, el presidente con la ayuda de su delegación negociadora había pactado y firmado “ EL Acuerdo para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera​” La firma de ese acuerdo lo diferenciaba de sus antecesores ya que había lograda la titánica tarea de conseguir un acuerdo con un de los grupos armados más longevos y temidos en la región Americana.

 

Sin embargo, esa es la conclusión de aproximadamente cuatro años de arduas negociaciones en donde todas las partes implicadas, por no decir todo el país, dejaron sangre, sudor y lágrimas. De hecho, en reiteradas ocasiones hubo momentos de angustia y profunda impotencia ya que por ligerezas e incidentes por parte de los dos actores principales de la negociación, este proceso estuvo al borde de la desaparición.

 

Uno de los momentos más impactantes y sorprendentes de todo este proceso ocurrió el 2 de octubre de 2016. En ese domingo del mes de brujas se decidía el futuro de todo o una gran parte del trabajo llevado  por el gobierno y las FARC. El plebiscito que es un procedimiento jurídico por el que se somete a votación popular una ley o un asunto de especial importancia para el Estado. En este caso era si los acuerdos firmados en Cartagena de Indias pocos días antes era ratificado y aceptado por todos los colombianos o no. Los ojos del mundo estaban puestos en nuestra nación, más aún con el evento en Cartagena donde personalidades de la talla del secretario general de las Naciones Unidas estuvieron presentes. Todo el mundo estaba esperando ese simple voto por el sí, que algunos consideraban simple protocolo, pero lo inevitable no se puede evitar y el pueblo colombiano, cabe anotar con una gran abstención, voto mayoritariamente por el no. Ese plebiscito quedará en la historia ya que representó la bipolarización que todo este tema había causado en el país, ya que el no ganó con un porcentaje de 50,27% contra el 49,78% del si. Lo que más llamó la atención no fue la mínima diferencia entre el sí y el no, fue más bien la gigantesca tasa de abstención en el país que llegó al 65%, la más grande en 60 años.

 

Este tema había tomado gran fuerza e importancia en el ámbito político del país lo que causó una bipolarización de la nación. El hecho es que la decisión ya estaba tomada, el pueblo se había pronunciado con el plebiscito y el mensaje era claro y contundente, el pueblo no quería la paz propuesta por el presidente. Pero por qué votar por él  no sabiendo que eso iba a fragilizar los lazos bilaterales entre el gobierno y las FARC y más aún podría tirar al piso el trabajo de cuatro años, ¿acaso no querían una Colombia en paz ?

Las personas partidarias del no alegaban que el presidente Juan Manuel Santos ha negociado una paz que no va a durar, que no va a prosperar y que no va a florecer. Por eso, según ellos votar ‘No’ es decirle sí a una paz que está cerca, pero que requiere de rectificaciones que solo un mandato masivo de los colombianos puede lograr.

Según ellos, el principal objetivo es que las víctimas enfrentaban a los perpetradores y se perdonen y que eso nunca va a suceder . Ni verdad, ni reparación ni víctimas empoderadas enfrentando a su victimario. Es una paz en la que el crimen triunfa, es una paz donde el perpetrador es victorioso “Peor aún, es una paz en la que el fin justifica los medios” dijo uno de los principales promotores del no. Ellos pedían una justicia que realmente ayude para la etapa del posconflicto. Un proceso de paz debe acabar con esa exclusión, pero para ello primero se debe volver a humanizar a los miembros de las Farc.

Asimismo, las Farc no entregarán dinero ya que niegan poseer grandes sumas de dinero dentro o fuera de Colombia, pero eso no es muy creíble a la luz de años de secuestros, minería ilegal, extorsión, vínculos con el narcotráfico y otras actividades ilícitas. No hay en los acuerdos mecanismos que garanticen que estos recursos sean usados en su totalidad para resarcir a las víctimas y a las comunidades afectadas por el conflicto, como debería ser.

De la misma manera, otro punto débil es que ni la comunidad internacional ni los negociadores hicieron un verdadero y riguroso inventario de la cantidad de combatientes en las filas de las Farc y de qué cantidad de armamento hay hoy en su poder. Con lo cual, cuando llegue la hora de la entrega de armas y la desmovilización, se estará a merced de la buena fe de las Farc, que bien podrían guardarse algunas armas: como ‘seguro’ o para venderlas a otros grupos armados, del país o del mundo.

El expresidente Uribe aseguró que la justicia perdería autonomía ya que se ha habla de un “golpe de Estado” a la Rama Judicial porque tanto la justicia ordinaria, constitucional como la administrativa no van a tener protagonismo en el juzgamiento de los hechos ocurridos en el conflicto.  Se ha cuestionado que se tiene claro cuándo comienza a funcionar la justicia especial para la paz, pero no es claro cuándo termina. Esta falta de definición genera que no haya garantías para la seguridad jurídica de los procesados que ingresen a este sistema de justicia transicional.

Finalmente, el acuerdo otorga a las Farc curules por elegibilidad inmediata y plataformas de comunicación que no han tenido o tienen otros partidos, generando un desbalance político, lo que va en contra de la Constitución y de las leyes que hoy rigen el país, por lo que, en la práctica, es una reforma política que, dicen, es “abiertamente inconstitucional”.

 

Sus crímenes nunca se perdonarán, pero sí se puede llegar a perdonar a quienes los cometieron. Y para eso se necesita que el perdón lo otorgue la víctima y no lo entregue el victimario, como hoy sucede.

Finalmente, el presidente Santos decidió modificar los acuerdos de paz y el 24 de noviembre el texto vio la luz, algunos partidos y personas políticas no estuvieron de acuerdo.

Actualmente, el país vive el alba de la etapa del posconflicto donde el antiguo grupo armado dejará sus armas y comenzará la etapa de reintegración para los ex militantes de las filas de las FARC. Y aunque no todos los sectores del país estén satisfechos por este proceso como dice un viejo y conocido refrán “la mejor manera de predecir el futuro es crearlo”.

SECRET BIEN GARDÉ : L’ extrême droite au Québec

Sarah Rebba, Montréal  

Pas chez nous. Pas au Québec. Un tel événement ne peut pas se produire ici, c’est impossible. Voici les premières réactions des québécois, témoins de l’horreur le 29 janvier 2017 alors que la grande mosquée de Québec est le théâtre d’une fusillade qui fera six morts et huit blessés parmi les fidèles, initialement en train de prier et l’instant d’après, atteints par les tirs d’un pistolet 9 mm.  Le choc est immense : alors que les attentats terroristes sont presque devenus monnaie courante de l’autre côté de l’Atlantique, le Québec se croit encore, à l’époque, à l’abri de telles tragédies. Mais la haine a fini par se libérer ici aussi, sous forme d’actes au caractère indicible.

Le lendemain est organisée une grande manifestation, une sorte de veillée funèbre, pour soutenir les familles des victimes en deuil. Des milliers de personnes se rassemblent à l’arrière de l’Église Notre-Dame-de-Foy pour manifester leur solidarité à la communauté musulmane, leur signifier leur engagement dans la lutte contre le racisme et  l’islamophobie, des cancers qui visent la stigmatisation d’une communauté qui a sa place dans la province.

L’Assemblée nationale compte quatre partis politiques représentés : le Parti libéral du Québec, le Parti québécois, la Coalition avenir Québec et Québec solidaire. Tous les chefs de partis se sont frayé un chemin dans la masse manifestante pour prononcer un discours qui s’est voulu de soutien et de réconfort aux Québécois, et plus particulièrement aux musulmans vivant au Québec. Sans compter le Premier ministre canadien  Justin Trudeau qui a vivement condamné les actes perpétrés à l’encontre de cette communauté : « Nous n’acceptons pas cette haine. » martèle-t-il. Il prononce ensuite la liste des victimes d’une voix douloureuse, puis tente de rassurer les musulmans en insistant sur la dimension démocratique et fondamentale de la liberté de culte, sur un ton qui se veut sans appel : « nous protégerons et défendrons toujours votre droit de vous rassembler et de prier, aujourd’hui et tous les jours».

Il reste cependant que cette  vague de solidarité n’est pas l’initiative de l’ensemble des Québécois. Le type de régime en vigueur au Canada ne permet pas la représentation de toutes les sensibilités politiques. Et c’est tant mieux, se dit-on, face à la menace nationaliste et populiste qui gronde en Europe, et qui s’est concrétisée juste de l’autre côté de la frontière. Mais cet angélisme canadien semble bien dorénavant n’être qu’une façade. L’attentat a réveillé de vieux démons. Le Québec a aussi connu des heures sombres par le passé.

@La Presse

Adrien Arcand, autrefois surnommé le Führer canadien, est une  figure de proue de la mouvance fasciste au Québec dans les années 30. Il fonde en 1933 le Parti National social-chrétien du Canada (1500 membres actifs au Québec à l’époque).

Source : Jean-François Nadeau, historien

Il est évidemment question de l’extrême droite, une tendance qui alimente la peur, à laquelle on ne faisait pas allusion avant l’attentat, mais qui demeure centrale à analyser aujourd’hui pour faire apparaître une réalité qu’il est préférable de ne pas taire. Il faut briser le silence sur un sujet qui provoque le malaise sur une terre d’immigration. Prenons le cas de la France. L’Hexagone a assimilé un mécanisme essentiel en « légalisant » le parti d’extrême droite le Front national, il y a 45 ans. Il s’agissait alors de libérer la parole violente pour mieux canaliser cette violence et éviter qu’elle ne se traduise en actes de haine comme ça été le cas le 29 janvier dernier à Ste-Foy. Faut-il autoriser les partis extrêmes à se représenter dans le paysage politique québécois? La question demeure en suspens. On ne peut nier néanmoins l’existence de groupuscules d’extrême droite qui y prospèrent aujourd’hui. En effet, selon le Centre de prévention de la radicalisation menant à la violence (CPRMV), la Belle province est celle qui en abriterait le plus au Canada : entre 20 et 25 contre 18 à 20 en Ontario et 12 à 15 en Colombie-Britannique. Très actifs sur les réseaux sociaux, certains se sont immédiatement dissociés de la tragédie du 29/01, ignorant ou feignant d’ignorer l’impact de leur discours sur certains esprits. « La violence de l’extrême droite s’est située jusqu’ici dans l’espace du discours. Mais ces groupes ne contrôlent pas leurs membres. Le fait qu’ils se dissocient d’une action particulière ne change rien au fait qu’ils charrient des messages de haine, des théories complotistes, un discours de rejet de l’autre qui en appelle à la violence. », a dénoncé Herman Okomba-Deparice, le directeur du Centre de prévention de la radicalisation menant à la violence.

Les groupuscules d’extrême droite ne sont cependant pas les seuls éléments actifs occupés à diffuser des discours qui font l’apologie de l’intolérance et de la haine. Je fais référence ici aux radios d’opinions de la capitale, Québec, soit les radios-poubelles. «Plus il y a de violence, plus il faut s’attendre à des gestes violents. Bien sûr, on ne pouvait pas prédire une fusillade terrible qui fait six morts comme celle de la Grande Mosquée. Cependant, dans ce contexte, je ne suis pas étonnée de voir que des groupes d’extrême droite sont de plus en plus présents. Et on ne dit rien au nom de la liberté d’expression.» déclare  une ex-professeure de l’Université Laval, Diane Vincent. Bien qu’indirect, elle explique que le lien existe bel et bien entre le discours des radios d’opinion et la montée des discours de haine au Québec, qui font la fortune de l’extrême droite.

La capitale provinciale, Québec, est devenue progressivement le nid de cette extrême droite de plus en plus visible et décomplexée. 1 signalement sur 5 effectué auprès du Centre de prévention contre la radicalisation à Montréal proviendrait de la région de Québec. « À Québec, il y a un contexte qu’on ne peut pas nier qui est entre autres entretenu par les médias que certains appellent les radios-poubelles. Je ne suis pas en train de dire que c’est ce qui propulse ces groupes-là, mais, quelque part, ça aide aussi à les banaliser. », précise Aurélie Campana, détentrice de la Chaire de recherche sur les conflits et le terrorisme à l’Université de Laval, en accord avec l’ex-professeure citée précédemment, Diane Vincent. Atalante-Québec, groupuscule extrémiste basé dans la capitale, concentrerait entre 175 et 200 membres actifs. Ceux-ci organisent des marches dans les rues du centre-ville et affublent les poteaux d’autocollants islamophobes incitant à la haine tels que « Burn your local mosque » (« Brûle ta mosquée locale »).

@Le Devoir

Aujourd’hui au Québec, l’extrême droite sort de l’ombre progressivement, affichant des positions qui reflètent le repli identitaire d’une partie de la population. « La différence ne tient pas aux moyens d’action et au public ciblé, mais plus à une couche de complexité qui tient en particulier à l’existence de tout le discours identitaire au Québec. Il y a au Québec des groupes qui ancrent leur discours dans un nationalisme québécois très exclusif qui n’a rien à voir avec le nationalisme québécois dominant. Ils ont un discours anti-immigration, de plus en plus anti-musulman. », observe Aurélie Campana, détentrice de la Chaire de recherche sur les conflits et le terrorisme à l’Université Laval. Elle remarque également un phénomène plutôt inquiétant, soit le tissage d’une sorte de toile extrémiste, reliant de par le monde des groupuscules aux idéaux archaïques : « Ceux du Québec sont insérés dans des réseaux à majorité francophone. Ils sont en relation avec des groupes d’extrême droite en France, en Belgique, en Suisse. Ça, on ne le retrouve pas ailleurs au Canada. ».

QUE RESTE-T-IL DE LA VAGUE SOUVERAINISTE AU QUÉBEC ?

Rostom Seif, Montréal  

Alors que l’on fête, le 24 juillet prochain, les 50 ans de la fameuse visite du général Charles de Gaulle à Montréal avec son célèbre «Vive le Québec libre !» ayant galvanisé les foules, le débat autour de l’indépendance du Québec risque fortement de refaire surface au cours des mois qui vont suivre.

Bien qu’affichant un fort recul sur la scène politique québécoise, au vu d’un sondage CROP rendu public le 22 septembre 2016 révélant que la souveraineté ne recueillait plus que 36% d’appui, le rêve de l’indépendance n’est pas tout à fait mort pour autant. Certes, il est indéniable que la foi souverainiste affiche un déclin alarmant, notamment auprès des jeunes : 7 électeurs sur 10 âgés de 18 à 34 ans répondant non à la question «Voulez-vous que le Québec devienne indépendant ?». Même cas de figure auprès des indépendantistes québécois, à peine la moitié d’entre eux gardent l’espoir d’assister un jour à la création d’un État indépendant, suscitant une désillusion toujours plus grande. Ces données statistiques traduisent une certaine démobilisation au sein du camp du Oui, témoigne Youri Rivest, vice-président de la firme CROP «Le défi du camp du Oui, ce n’est pas tant de convaincre de la capacité du Québec d’être un pays indépendant, mais de dire : On va le faire. On va arrêter de perdre». Celui-ci estime, qu’à l’heure actuelle, il est avant tout primordial de rendre «pertinent», «actuel» et «tangible» le projet indépendantiste.

 

             PHOTO: BERNARD BRAULT, LA PRESSE

Néanmoins, malgré ces résultats assez pessimistes, il n’en demeure pas moins que ce même sondage CROP nous apprend qu’une part non négligeable de la population québécoise (47%) considèrent que le Québec a la capacité de devenir un pays indépendant, ce qui nous renvoie inéluctablement au discours actuel sur l’état des finances publiques du Québec. D’autant plus, les décennies passées nous ont prouvé à maintes reprises qu’il serait irraisonnable de tirer des conclusions hâtives et catégoriques pour le long terme. En effet, lors des dernières décennies, bien des hommes politiques ainsi que de nombreux analystes ont fait part de la mort annoncée du mouvement souverainiste québécois, qui est, à leurs yeux, en voie d’être totalement marginalisé. L’exemple du premier ministre Pierre Trudeau s’avère particulièrement révélateur, celui-ci ayant annoncé, lors de l’été 1976, que «Le séparatisme est mort». Inutile de répliquer que ce dernier avait définitivement tort, le Parti québécois ayant remporté les élections trois mois plus tard en obtenant 41,37% des voix, faisant ainsi élire 71 députés. René Lévesque lui-même, qui dirigeait alors le parti, n’en croyait pas ses yeux, déclarant «Je n’ai jamais pensé que je pourrais être aussi fier des Québécois que ce soir».

Ce même élan funeste refit surface dans les années 1990. Au cours des mois précédant le référendum de 1995 sur l’indépendance du Québec, plusieurs analystes, parmi eux ceux du quotidien La Presse, cherchaient à nous convaincre que les chances pour le Oui de remporter le référendum sont pratiquement nulles, se situant aux alentours de 40% des voix. Dès lors, la question qui accaparait tous les esprits était : Le oui va-t-il atteindre cette limite fixée par les analystes et les journalistes ? Et puis vint le grand jour du référendum, tenu le 30 octobre 1995. À la surprise générale, bien qu’ayant perdu, le Oui a obtenu 49,4% des voix et environ 60% du vote francophone. Les souverainistes ont donc frôlé la victoire, offrant par là-même une sérieuse preuve de leur vaste capacité de mobilisation populaire. Par conséquent, la tendance actuelle ne devrait pas nous induire à croire en la théorie déterministe affirmant la mort du mouvement souverainiste, celle-ci ayant été infirmée récemment par la Grande-Bretagne qui décida de sortir de l’Union Européenne. Qui l’eut cru ? Tout est donc exposé au changement, même ce qui paraît ancré à tout jamais.

QUE RESTE-T-IL DE LA VAGUE SOUVERAINISTE AU QUÉBEC ?

Rostom Seif, Montréal  

Alors que l’on fête, le 24 juillet prochain, les 50 ans de la fameuse visite du général Charles de Gaulle à Montréal avec son célèbre «Vive le Québec libre !» ayant galvanisé les foules, le débat autour de l’indépendance du Québec risque fortement de refaire surface au cours des mois qui vont suivre.

Bien qu’affichant un fort recul sur la scène politique québécoise, au vu d’un sondage CROP rendu public le 22 septembre 2016 révélant que la souveraineté ne recueillait plus que 36% d’appui, le rêve de l’indépendance n’est pas tout à fait mort pour autant. Certes, il est indéniable que la foi souverainiste affiche un déclin alarmant, notamment auprès des jeunes : 7 électeurs sur 10 âgés de 18 à 34 ans répondant non à la question «Voulez-vous que le Québec devienne indépendant ?». Même cas de figure auprès des indépendantistes québécois, à peine la moitié d’entre eux gardent l’espoir d’assister un jour à la création d’un État indépendant, suscitant une désillusion toujours plus grande. Ces données statistiques traduisent une certaine démobilisation au sein du camp du Oui, témoigne Youri Rivest, vice-président de la firme CROP «Le défi du camp du Oui, ce n’est pas tant de convaincre de la capacité du Québec d’être un pays indépendant, mais de dire : On va le faire. On va arrêter de perdre». Celui-ci estime, qu’à l’heure actuelle, il est avant tout primordial de rendre «pertinent», «actuel» et «tangible» le projet indépendantiste.

PHOTO: BERNARD BRAULT, LA PRESSE

Néanmoins, malgré ces résultats assez pessimistes, il n’en demeure pas moins que ce même sondage CROP nous apprend qu’une part non négligeable de la population québécoise (47%) considèrent que le Québec a la capacité de devenir un pays indépendant, ce qui nous renvoie inéluctablement au discours actuel sur l’état des finances publiques du Québec. D’autant plus, les décennies passées nous ont prouvé à maintes reprises qu’il serait irraisonnable de tirer des conclusions hâtives et catégoriques pour le long terme. En effet, lors des dernières décennies, bien des hommes politiques ainsi que de nombreux analystes ont fait part de la mort annoncée du mouvement souverainiste québécois, qui est, à leurs yeux, en voie d’être totalement marginalisé. L’exemple du premier ministre Pierre Trudeau s’avère particulièrement révélateur, celui-ci ayant annoncé, lors de l’été 1976, que «Le séparatisme est mort». Inutile de répliquer que ce dernier avait définitivement tort, le Parti québécois ayant remporté les élections trois mois plus tard en obtenant 41,37% des voix, faisant ainsi élire 71 députés. René Lévesque lui-même, qui dirigeait alors le parti, n’en croyait pas ses yeux, déclarant «Je n’ai jamais pensé que je pourrais être aussi fier des Québécois que ce soir».

Ce même élan funeste refit surface dans les années 1990. Au cours des mois précédant le référendum de 1995 sur l’indépendance du Québec, plusieurs analystes, parmi eux ceux du quotidien La Presse, cherchaient à nous convaincre que les chances pour le Oui de remporter le référendum sont pratiquement nulles, se situant aux alentours de 40% des voix. Dès lors, la question qui accaparait tous les esprits était : Le oui va-t-il atteindre cette limite fixée par les analystes et les journalistes ? Et puis vint le grand jour du référendum, tenu le 30 octobre 1995. À la surprise générale, bien qu’ayant perdu, le Oui a obtenu 49,4% des voix et environ 60% du vote francophone. Les souverainistes ont donc frôlé la victoire, offrant par là-même une sérieuse preuve de leur vaste capacité de mobilisation populaire. Par conséquent, la tendance actuelle ne devrait pas nous induire à croire en la théorie déterministe affirmant la mort du mouvement souverainiste, celle-ci ayant été infirmée récemment par la Grande-Bretagne qui décida de sortir de l’Union Européenne. Qui l’eut cru ? Tout est donc exposé au changement, même ce qui paraît ancré à tout jamais.

BIENVENUE SOIT LA PAIX À BOGOTA!

Isabella Saldarriaga, Bogotá  

La 16ème Conférence Mondiale de Prix Nobel de Paix, s’est tenue du 2 au 5 février à Corferias, Bogota, avec la participation d’environ  27 lauréats du Prix Nobel de la Paix (#EsConTodos, le hashtag officiel de la Conférence). Cette conférence internationale est reconnue comme l’événement annuel plus important dans le domaine de la promotion de la paix.

La candidature de Bogota comme siège de cette Conférence Mondiale de Prix Nobels de Paix en 2017, a été soutenue par la Chambre de Commerce de Bogota, représentant à la fois le secteur privé de la ville et de la société civile pour avancer dans la réflexion sur les défis de la construction de la paix après la fin du conflit armé interne.

La candidature de Bogota était en concurrence avec d’autres villes importantes aux Etats – Unis, au Mexique ou en Europe. A l’occasion de la Journée Internationale de la Paix, célébrée à New York, siège principale de l’Organisation de Nations Unies, la présidente du Secrétariat de la Conférence Mondiale de prix Nobel de la Paix, Ekaterina Zagladina, a annoncé, avec la présence du Secrétaire Générale de l’ONU, Ban Ki Moon, que Bogota serait le siège en 2017 de La Conférence Mondiale de prix Nobels de la Paix.

Parmi les lauréats participants figuraient : Lech Wałęsa (1983), Óscar Arias Sánchez (1987), Rigoberta Menchú Tum (1992), José Ramos-Horta (1996), Jody Williams (1997), David Trimble (1998), Shirin Ebadi (2003), Mohamed El-Baradei (2005), Leymah Gwobee (2011), Tawakkul Karman (2011), Kailash Satyarthi (2014) et Juan Manuel Santos (2016).

La Colombie a pu mettre à profit la visibilité, l’expérience et la connaissance des Prix Nobels pour avancer dans la consolidation de la paix en Colombie. Cette plateforme a permis de nourrir les discussions sur les divers thèmes en relation avec la réconciliation, la démocratie, le respect, la construction de la paix, le développement durable, l’Etat de Droit et la participation politique, ainsi que l’analyse des défis sociaux et écologiques de l’humanité.

Les personnes et organisations lauréates du Prix Nobel de la Paix sont venus à Bogota pour dialoguer avec les acteurs locaux et étrangers et développer des projets et initiatives sur cet objectif commun à toutes les nations.

Pendant les quatre jours de conférences, ce sont déroulées des activités permanentes (conférences, espaces de dialogues, …) dans lesquelles ont participé les habitants, des leaders sociaux et des chefs d’entreprises, des représentants de l’académie de gouverneurs locaux et étrangers entre autres. Il y eu également un programme pour les jeunesses pour ainsi soutenir le développement des idées des jeunes face aux défis que la construction d’un monde en paix, ainsi que diverses activités culturelles qui ont vêtu de fête la ville pour recevoir cet événement.

En plus des 15 000 spectateurs présents, venus de tous les coins du monde, plus de 30 000 personnes, issues de 30 pays  ont suivi en streaming  les analyses et conseils des experts sur la paix. Le site web a enregistré plus de 68 000 visiteurs durant la semaine de la Conférence. Enfin, les réseaux sociaux ont été très actifs. Par exemple, 10 000 personnes ont parlé de la Conférence sur Twitter et 26 000 commentaires ont été enregistrés dont 75 % avaient le hashtag officiel de la Conférence #EsConTodos.

Le premier novembre la cérémonie d’inauguration a eu lieu au mémorial de la Paz et de la Réconciliation, en présence d’Ekaterina Zagladina , présidente du Secrétariat permanent de la Conférence Mondiale de Prix Nobels de la Paix et Monica Greiff présidente exécutive de la CCB.

Les principaux représentants  d’organisations couronnées de lauriers du Prix Nobel de la Paix ont partagé avec milliers de participants et avec la communauté internationale, leurs expériences sur des sujets comme l’interdiction des armes non conventionnelles, le développement social, le changement climatique, la défense des droits de l’homme et de la protection de l’enfance, entre autres.

Y ahora ¿qué viene?

Natalia Cardenas, Bogotá  

 

Cet article a obtenu le premier prix du Jury de Sc Po Poitiers 2017  » Illustre et synthétise de manière objective l’état d’esprit actuel en Colombie! »  

Negociación. Acuerdo. Polarización. Plebiscito. Ganó el No. No se levanta la mesa. Renegociación. Nuevo Acuerdo. Ratificación via Congreso. Comienza la implementación. ¿Ahora qué?

Es cierto que hasta ahora el Proceso de Paz no ha tenido precisamente un desarrollo simple y ha causado profundas fracturas en la sociedad. Para muchos lo acordado no tiene la suficiente validez y se ha cedido demasiado en puntos importantes como la participación política de antiguos miembros de las FARC y la Justicia Transicional llegando así a agitados debates con quienes lo apoyan. Ahora, con el Acuerdo ratificado no queda más que seguir adelante y empezar con el tránsito hacia el Posconflicto. Sin embargo el camino está lleno de obstáculos y dificultades no solo por su complejidad, sino también por la falta de consenso frente a éste.

Es importante saber que, paradójicamente, una de las mayores problemáticas a las que nos tendremos que enfrentar es la disolución de las FARC como una fuerza armada. En efecto, el cronograma estricto que se estipuló en la Habana no tiene en cuenta las dificultades logísticas a las que el Gobierno y las entidades de verificación han tenido que hacer frente en los primeros pasos de la dejación de armas. Un álgido debate ya está servido por las dificultades de acceso a las zonas veredales de transición que se traduce en obstáculos en la llegada de insumos necesarios para el diario vivir de los ex-guerrilleros así como de elementos como los containers de la Misión de Verificación de la ONU para la recolección de armas.

Adicionalmente, la terminación de su estructura armada se traduce en su desaparición de territorios que han controlado históricamente, muchas veces con presencia de narcotráfico, de contrabando, de extracción ilegal de recursos mineros, entre otras actividades ilícitas. Frente a esta situación este tipo de espacios pueden llegar a ser escenarios de sangrientas disputas por su control por parte de otros grupos ilegales como el ELN, las BACRIM y grupos disidentes sin la llegada oportuna y eficaz de las Fuerzas Armadas. De hecho ya existen denuncias sobre la presencia de nuevos grupos ilegales en zonas apartadas del país como en el Catatumbo. Además toca saber cómo manejar la problemática de las disidencias de esta guerrilla, que no pueden beneficiarse de las ventajas que surgen de la desmovilización que son tan amplias como ayudas financieras, la amnistía y el cese al fuego. Sin embargo se debe luchar contra este tipo de organizaciones para evitar su fortalecimiento y una continuación del conflicto.

Otro gran desafío al cual tendremos que hacer frente como comunidad serán los costos que necesitan ser afrontados en el proceso del posconflicto. Éstos son ciertamente importantes ya que las responsabilidades adquiridas en la Mesa de Negociación son significativas pero necesarias para un real desarrollo del país. Según la Comisión de Paz, en los próximos 10 años, la inversión que deberá hacer el Gobierno Nacional asciende a más de 50 billones de pesos. Es claro que no es una suma despreciable sobre todo para un país en desarrollo, pero este costo se debe considerar como una inversión y no es la más elevada que se deberá hacer en el futuro próximo.

Es importante tener en cuenta que se pronostica que el posconflicto tenga también efectos más que positivos para la economía del país. Según el Gobierno, se espera que el crecimiento del PIB del país tenga aumente entre 1 y 1.5 puntos más por año. Esto se debería principalmente a un crecimiento de la inversión extranjera en el país debido a una mayor confianza de entes extranjeros, a un desarrollo de industrias como el turismo y a un acceso de regiones apartadas del país a nuevos productos de consumo que se acompañaría de un aumento en el poder adquisitivo de sus pobladores. Adicionalmente, a mediano plazo, se espera que el presupuesto destinado a la Defensa disminuya progresivamente. A título comparativo, se estima que la suma de los costos directos del posconflicto se saldarían con aquellos destinados a una semana de Defensa. De este modo, los recursos antiguamente destinados a la guerra contra las FARC se invertirían en otros sectores como la educación, la salud o incluso las infraestructuras del Estado.

En Colombia todos sabemos que el posconflicto va a engendrar grandes dificultades en la sociedad y éstas no serán necesariamente fáciles de superar. Las experiencias de otras naciones que también han pasado por Procesos de Paz como El Salvador y Nicaragua nos han demostrado que el posconflicto es la parte más delicada para obtener la Paz, y que no siempre se logra llegar a los objetivos planteados. Para muchos se debe hacer lo posible para que los cinco años de negociaciones lleguen a tener un resultado tangible y real para las comunidades por más que los costos y los retos sean importantes. En este momento un elemento fundamental será que paren las disputas y las fracturas en la sociedad: resolver nuestras diferencias de manera pacífica es el primer paso para lograr la Paz estable y duradera con la cual tanto hemos soñado.

 

Et maintenant… quoi faire?

Négociations. Accords. Polarisation. Référendum. Le Non l’emporte.  Les dialogues restent ouverts. Renégociations. Nouveaux Accords. Le Congrès les ratifie. Le processus est mis en marche. Et maintenant?

 

C’est vrai que jusqu’à maintenant le Processus de Paix n’a pas été simple et a causé de profondes fractures dans la société. Pour un grand nombre de personnes les Accords n’ont pas un  bien-fondé suffisant et le Gouvernement a  trop cédé sur des sujets controversés tels que les points relevant de la participation politique des anciens membres des FARC et la Justice Transitionnelle. Ce qui a déclenché des débats mouvementés contre ceux qui défendent les dialogues et les Accords obtenus à la Havane. Désormais, avec des Accords ratifiés, il ne reste qu’à avancer et commencer le long chemin du Post Conflit. Néanmoins, ce chemin est épineux et plein d’obstacles pas seulement à cause de sa complexité mais aussi en raison du manque de consensus qui l’entoure.

 

Il est important de noter que, paradoxalement, une des problématiques majeures á laquelle il faudra faire face est la dissolution des FARC comme force armée. En effet, le chronogramme strict déterminé à la Havane n’a pas pris en ligne de compte les difficultés logistiques auxquelles le Gouvernement et les entités de vérification ont dû faire face pendant les premières étapes de la cession d’armes. Un débat intense est à l’ordre du jour, causé par les difficultés d’accès aux zones périphériques de transition, notamment en ce qui concerne l’approvisionnement des produits de base des ex-combattants ainsi que des conteneurs de la Mission de Vérification de l’ONU pour la récupération  des armements.

 

De plus, l’implosion de la structure armée des FARC se traduit par sa disparition des territoires qu’elle a contrôlée historiquement, qui ont subi souvent les conséquences du narcotrafic, de la contrebande, de l’extraction illégale de ressources minières entre autres activités illicites. Face à cette situation, ces espaces peuvent devenir le scénario de violentes disputes pour leur contrôle de la part d’autres groupes illégaux tel que l’ELN, les BACRIM et les groupes dissidents sans l’arrivée opportune des Forces Armées. De fait, il existe déjà des dénonciations de la présence de nouveaux groupes illégaux dans des zones périphériques du pays comme le Catatumbo. Il faut aussi trouver des solutions à la problématique des dissidences de cette guérilla, qui ne peuvent pas bénéficier des avantages de la démobilisation, notamment en matière d’amnistie, des aides financières et du cessez-le-feu. Hélas, il ne faut pas oublier le combat contre ce type d’organisation afin d’éviter leur renforcement et un prolongement du conflit.

 

Les coûts liés au processus du post conflit représentent un autre défi immense auquel la communauté devra faire faire. D’après la Commission de Paix, tout au long des de la prochaine décennie, l’investissement que l’État devra assumer  est supérieur aux 50 milliards de pesos. C’est loin d’être une somme négligeable, notamment pour un pays en voie de développement, mais elle doit être considérée comme un investissement pour le futur et doit être relativisée dans cette optique, à moyen terme.

 

Un autre facteur à prendre impérativement en ligne de compte sont les effets prévus plus que positifs du post conflit sur l’économie nationale. Le Gouvernement espère un surplus de croissance du PIB  compris entre 1 et 1.5 point par an. Ceci serait principalement dû à une hausse de l’investissement étranger dans le pays résultat d’une confiance plus importante de la part d’organisations multinationales,  à un développement d’autres secteurs d’activité comme le tourisme et à une amélioration de l’accès à de nouveaux produits de consommation pour les régions éloignées qui serait accompagné par un accroissement du pouvoir d’achat de ses habitants. De plus à moyen terme, il est attendu que la part du budget consacré à la Défense diminue progressivement. À titre comparatif, il est estimé que la somme de tous les coûts directs du post conflit serait réglée avec les ressources du budget d’une semaine de Défense. De cette manière, les ressources anciennement utilisées pour la guerre contre les FARC seraient investies  dans d’autres secteurs tel que l’éducation, la santé publique ou encore les infrastructures étatiques.

 

En Colombie, nous savons que le post conflit fera apparaître des grandes difficultés au sein de la société et celles-ci ne seront pas simples à franchir. Les expériences d’autres nations qui ont déjà connu de Processus de Paix comme El Salvador et Nicaragua nous ont démontré que le post conflit est la phase la plus délicate pour obtenir la paix et que l’on n’arrive pas toujours aux objectifs fixés. Pour un grand nombre il faut faire tout notre possible pour que les cinq années de négociations débouchent sur des résultats réels et tangibles pour les communautés, même si les coûts et les défis sont immenses. Aujourd’hui, un élément fondamental est que les disputes et les fractures dans la société cessent : résoudre nos différences de manière pacifique est le premier pas vers la paix stable et durable dont on a toujours rêvé.

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