La violencia de género: las mujeres en Colombia

Nicole Lelarge, Bogotá 

La violencia contra las mujeres ha estado siempre presente y fuertemente ignorada en Colombia al estar en una sociedad machista. Esta se constituye por la violación de derechos humanos a la igualdad y libertad, que limita fuertemente las oportunidades y el desarrollo como persona. El solo hecho de ser mujer limita todos los campos en tu vida y tu alrededor, vivir ya es un reto. Experimentamos una fuerte inseguridad plasmada en el momento de salir a estar expuesta en la calle por ejemplo donde cualquiera puede mirar de forma desagradable o hasta decir algún comentario hiriente e innecesario. Este tipo de desigualdad implica menos posibilidad en acceso a recursos, autonomía económica y participación en la vida pública, la inseguridad y el miedo vive con nosotras.

Cuando hablamos de violencia de género nos referimos a la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo”, e incluye tanto malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales de extraños, mutilación genital, infanticidios femeninos…. El riesgo de vulnerabilidad es entonces el solo hecho de ser mujer. Esta violencia se produce de manera “cotidiana, sistemática y perversa.” Así lo mencionó María Emma Wills, asesora del Centro nacional de Memoria Histórica (CNMH) de Colombia. Muy pocos se cuestionan realmente el crear un cambio en el país, simplemente aceptamos el hecho y aprendemos a vivir con ello.

Según el instituto nacional de medicina legal en Colombia solo en 2014, 1 007 mujeres fueron asesinadas, 37 881 por violencia en el ámbito de pareja y 16 088 en violencia sexual dóndes las más afectadas son principalmente adolescentes y niñas.

En nuestra sociedad es completamente normal insultar a una mujer, desde pequeños, los hombres solo lo hacen por diversión, en un entorno solo de burlas, pero más adelante estas burlas se vuelven insultos reales, con consecuencias graves.  Poco a poco la mujer solo lo acepta y no es capaz de tomar una decisión de alejarse de este tipo de violencia. Más adelante esta podrá convertirse en violencia física.

En Colombia estos casos están mucho más presentes: llega el rol de ser un “hombre de verdad” inculcado por la familia generación tras generación en donde el hombre tiene que comportarse como tal, y hacerse respetar, creerse entonces superior a la mujer y poder mandar y tener una voz por encima. Es normal que en nuestro país la mujer se quede en casa limpiando y cuidando a los niños, solo por ser mujer tiene que estar criada de cierta forma en la cual tenga que saber cocinar, limpiar, ser buena madre y ser buena esposa. Las oportunidades más allá son difíciles y muchas veces imposibles sobre todo si la vida es en el campo por ejemplo.

No solo vemos esta desigualdad en la calle y en nuestro cotidiano, también en algunos casos de salud: el más marcado e importante es del aborto, un tema polémico que causa muchos debates y diversas opiniones. En Colombia desde el 2006 solo hay posibilidad de abortar en tres situaciones: cuando el embarazo presente una amenaza ante la vida de la mujer, cuando exista una grave malformación del feto, cuando sea resultado de un acto de violencia sexual sin consentimiento o incesto. Al ser mujer, creo poder tener decisión sobre mi cuerpo y tomar dichas decisiones sin depender de una ley.

Como objetivo tenemos que cambiar estas  diferencias: empezar por cambiar nuestra ideología. Marcar la diferencia desde pequeños, a través un arma muy poderosa: la educación y ser capaz de ser más abierto y comprensivo en ciertos temas tabúes. Que nacer como mujer no sea el peligro más grande de todos.

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